Sprint
Cuando estás iniciando tu negocio es normal emocionarse, pasar noches sin dormir perfeccionando tu idea, romper el cochinito para invertirlo todo y hasta hacerte unas tarjetitas de presentación de triple capa, letras con borde dorado y que al verlas de distintos ángulos salga una foto tuya guiñando el ojo.
Sin embargo, la gran mayoría de las veces, al llevar su idea al mercado los emprendedores se dan cuenta de que la tienen que modificar o de plano desmantelar por completo porque el mercado no la necesita (y tú, eres el rival más débil).
Por ello es mejor gastar la menor cantidad de tiempo y de dinero posibles antes del lanzamiento.
Si vas a fallar… falla, pero hazlo rápido y barato 😉.
No está mal fallar, es muy normal… lo que está mal es fallar en grande, habiendo destinado todos tus ahorros a tu emprendimiento, o después de años y años de haberlo intentado.
Recuerda siempre las palabras de Buzz Lightyear (Misión secreta en espacio no explorado… ah no esas no).
Él decía (basado en Woody) “¡No estoy volando, estoy cayendo con estilo!”
Cuando tú fracases, siempre piensa en hacerlo de la misma manera:
“¡No estoy fracasando, estoy fallando con estilo!” 😎
Fallar con estilo se refiere a fallar de manera calculada… fallar habiendo gastado la menor cantidad de tiempo y de dinero, fallar de manera inteligente.
Antes de fundar Mercatitlán, yo mismo tuve un emprendimiento que fracasó… perdón, que “falló con estilo”.
En Estados Unidos, una compañía llamada Dollar Shave Club estaba haciendo historia con sus productos.
Ellos estaban cansados de las compañías como Gillette que inflan los precios de los rastrillos de manera ultra loca y que te terminan vendiendo un pedazo de metal afilado en varios cientos de morlacos.
Bajo esa premisa, lanzaron una suscripción de únicamente $1 dólar al mes con la cual tú recibías cada 4 semanas un kit con nuevas navajas a la puerta de tu casa 📦.
Fue tan exitoso el modelo que se volvieron virales de manera instantánea y las personas comenzaron a darse cuenta de que habían vivido engañadas (como cuando descubriste que el “amigo gay” de tu novia era su ex) por las compañías tradicionales de rastrillos toda su vida.
Y cómo a la fuerza quería emprender, decidí hacerlo copiando ese modelo de negocios en México y formando la empresa con el original nombre de “El club del rastrillo” (el cual es una prueba fehaciente de que no gasto tiempo pensando en nombres).
La idea era hacer exactamente lo mismo que Dollar Shave Club, pero en México 🇲🇽… hasta conseguimos a sus mismitos proveedores de navajas.
Mi socio y yo les escribimos y les pedimos cotizaciones de sus distintos productos y comenzamos a crear nuestro “excelito” con los precios que le pondríamos a la suscripción.
Después, cotizamos los envíos con varias empresas de logística como DHL y Fedex 🚚 y (como cuando probaste por primera vez el tequila) fue ahí cuando empezaron los problemas.
El envío de una empresa como esas, superaba el costo de la suscripción en sí.
Es decir, las personas iban a pagar $70 morlacos al mes por sus rastrillos y además les cobraríamos otros $80 morlacos por el envío.
El costo total de $150 morlacos ya no era tan menor al costo convencional de un rastrillo.
¿Pero, entonces cómo lo lograba Dollar Shave Club? 🤔
Por supuesto que ellos compraban millones de unidades cada mes y el precio por navaja era mucho más barata por comprar esas cantidades.
Pero la clave de su negocio no era la economía de escala, sino que ellos podían enviar a un costo diez veces más bajo sus navajas a domicilio.
El United States Postal Service o USPS, que es la empresa de envíos del país es muy barata y en verdad funciona bien.
En México eso no sucede del todo, la empresa del gobierno llamada “Correos de México” puede entregarte un paquete en 3 días o en 300 días, según tengas suerte.
Por lo tanto, si quieres enviar un paquete, es obligatorio contratar a una empresa privada como DHL (al menos si te quieres asegurar de que llegará).
Los márgenes del negocio de Dollar Shave Club eran muy pequeños, y cuando le metíamos los envíos en México se disolvían por completo. 😢
Entonces, después de un mes de creación de producto y de haber gastado muy poco dinero en algunas muestras de navajas y de empaques, nuestro “excelito” nos dijo que no iba a funcionar.
¿Y qué pasó? nos dolió romper el sueño, pero lo tuvimos que dejar ir.
Y es que ese es el chiste, no se trata de lograrlo cueste lo que cueste y entercarse hasta que pierdes años de tu vida y los ahorros para la universidad de tus hijos, se trata de fallar rápido y barato.
Para mí, eso ni siquiera fue un fracaso, no me deprimí, no perdí casi nada de dinero, no gasté mucho tiempo… no fracasé, fallé con estilo.
Esa es la actitud que tienes que tener siempre ante la creación de un producto o servicio, intentar crearlo siempre pensando en mitigar el riesgo si es que falla.
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